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Bienvenidos a mi refugio.

Espero que a todos os guste y os sintáis cómodos. Para mi primera entrada subo y os explico el programa Calibre.

Calibre sirve para pasar archivos en formato .doc o .pdf a formatos que lee los ebooks, y viceversa. Ésta versión es portátil por lo que no hay que instalarla, simplemente abrís el archivo .exe, añadís los libros que queréis y le dais a convertir.

Os dejo un vídeo tutorial, que quizá pueda aclarar las posibles dudas que aparezcan:

Y aquí os dejo el enlace para bajaros el programa:


P.D. ¡Se admiten sugerencias! Si queréis que encuentre y suba algún libro no dudéis en ponerlo en los comentarios.

lunes, 27 de julio de 2015

Historia larga de One Piece: Fukano Densetsu (La leyenda imposible) - Cap. 6

Disclaimer - One Piece y sus personajes pertenecen a Eiichiro Oda

Fukanō Densetsu

Capítulo 6.- Venganza

Nami y Robin se encaminaron hacia la zona de comercios que tenía el pueblo. Mientras miraban ropa y zapatos estuvieron marujeando sobre los recientes acontecimientos.

- Bueno, Robin… ¿Vas a contarme qué ha pasado en vuestra habitación?- preguntó Nami con una mirada pícara.

- Navegante-san, eres demasiado curiosa. Te lo contaré si tú me cuentas qué ha pasado con el capitán-san antes, esos gritos no eran normales…- respondió Robin con una sonrisa.

- Tsk…estas ropas no son de nuestra talla… ¡Disculpe! ¿No tiene tallas más grandes? ¿Unas que nos entren a nosotras?- preguntó Nami al tendero- Lo que ha pasado es que voy a matar a Luffy, o mejor… tengo que vengarme como sea.

- Lo siento señorita, sus tallas son muy raras y no las usamos en este pueblo. Me temo que va a ser imposible que encontremos algo para ustedes.- respondió apenado el comerciante.

- Mierda, tendremos que reutilizar alguna prenda que tenemos en el barco para esta noche, menos mal que teníamos que ir de todas formas. Gracias tendero-san.- dijo Nami con voz gélida al pobre hombre.

Y dicho esto salieron de la tienda y pusieron rumbo al barco continuando su conversación.

- Pero navegante-san… ¿Qué te ha podido hacer el capitán-san para que lo hayas mandado a volar y quieras vengarte?- preguntó inocentemente la arqueóloga.

Ante esa pregunta Nami se puso muy roja.

- Pu-pues me…tocó…un pecho…- susurró la navegante toda sonrojada.

- Jujujuju qué mona. ¿Y quieres vengarte de él por eso?- preguntó Robin.

Nami la fulminó con la mirada y dijo:

- Sí, quiero que mi venganza sea terrible. Pero no se qué hacer puesto que Luffy tiene la libido por debajo de los pies. Quizá simplemente debería matarlo y ya está.- concluyó la navegante con un aura oscura.

- Bueno, se me están ocurriendo algunas cosas, y hasta que no lo intentes no sabrás si le afectan o no… ¿Quieres saberlas?- preguntó Robin.

- No se…en verdad no estoy muy convencida de que yo podría hacerle algo…aunque claro está, ahora soy más fuerte…jum…sí, cuéntame qué piensas. Pero que sepas que no se me olvida que me tienes que contar qué ha pasado entre Zoro y tú.- decidió Nami.

- Muy bien navegante-san, esto es lo que podrías hacer…- siguió la arqueóloga medio ignorando a Nami.

Siguieron tramando un rato más hasta que llegaron al barco, subieron y buscaron a sus nakamas para informarles sobre los acontecimientos y avisarles de que estarían en esa isla unos días más.

- ¡Fraaankyy! ¡Broookk!- llamó Nami.

- ¡Ooiii! Onee-san, ¿ya habéis vuelto?- preguntó Franky saliendo de su taller.

- Yohohoho, Nami-san, Robin-san, ¿Serían tan amables de enseñarme sus braguitas?- preguntó a su vez Brook consiguiendo que la navegante le diera una patada que lo mandó cerca del mascarón de proa.

- Se echaba de menos a nuestros queridos nakamas y sus frases.- comentó Robin con una sonrisa.

- Tsk, estoy rodeada de pervertidos.- dijo Nami para sí.- No hemos venido porque hayamos terminado los recados. Vamos a tener que quedarnos unos días más para investigar la isla además de que todavía no hemos podido comprar los suministros para el barco. Esta isla es algo misteriosa y queremos saber qué pasa. Pero, según los aldeanos, hay un demonio así que tened mucho cuidado y si tenéis que levar anclas y huir hacedlo. Nos encontraremos aquí dentro de dos días, os hayáis tenido que ir o no.- explicó la navegante.

- De acuerdo, onee-san, pero no os olvidéis de traer varios barriles de cola. Estaremos vigilando el Sunny, ¡nada le pasará mientras yo esté aquí!- declaró Franky.

- Muchas gracias carpintero-san. Os encargamos en barco. Navegante-san, vamos a por las cosas que necesitamos.- dijo Robin.

- Claro que sí onee-sama. Enséñame más de tu sabiduría.- respondió Nami con estrellitas en los ojos.

Y ante la cara de desconcierto de Franky que estaba pensando en lo raro del comportamiento de Nami, se metieron en el cuarto de las mujeres. Al cabo de una hora salieron con distinta ropa y cargadas cada una con una bolsa. Se despidieron de sus nakamas (obviamente Brook se llevó otra patada porque volvió a preguntar lo mismo), y se pusieron en camino hacia el ayuntamiento.

Yendo hacia su estancia veían a la gente correr de un sitio a otro, todos estaban emocionados se notaba que su llegada había causado gran revuelo y además se les veía felices. Habían traído esperanza con sólo su presencia. Pero había algo raro, los que se encaminaban hacia el ayuntamiento iban en traje de baño. Ellas lo achacaron a una más de las rarezas de aquella isla. Cuando llegaron, fueron cada una a su habitación y se dispusieron a arreglarse. Zoro seguía durmiendo cuando Robin entró pero Luffy no estaba en la habitación. Nami supuso que tardaría un rato en volver ya que lo había enviado volando un pelín lejos, solo esperaba que no hubiera caído al agua.

Cuando Nami ya estaba casi lista, apareció Luffy hecho un desastre.

- Por kami-sama Luffy, estás asqueroso. Prepárate para la fiesta, rápido, que en pocas horas dará comienzo el banquete y tú ni siquiera tienes ropa para ello…ains…qué cruz…- suspiró la navegante.

- ¡Es por tu culpa que yo esté así, Nami! ¡Me has pateado muy lejos y he tenido que volver andando y a veces huyendo de los animales del bosque! ¡Eres un demonio!- exclamó el capitán enfurruñado.

- A sí, me debes cien mil berris. Vete a arreglarte o te vuelvo a pegar.- amenazó Nami.

- ¡Hai, señora!- Luffy se metió corriendo al baño.

Mientras la navegante estaba retocándose el pelo y el maquillaje en el espejo que estaba al otro lado de la habitación, pudo observar en el reflejo que la puerta del baño estaba abierta, y que un despistado Luffy se estaba desvistiendo con toda tranquilidad. Nami aprovechó para recrearse en aquellos músculos.

- ¡Luffy! ¡Cierra la puerta que te estoy viendo todo, maldita sea!- ordenó la navegante.

- ¿Entonces, estamos en paz? ¿Me perdonas la deuda? Shishishishi- preguntó el capitán.

- ¡URUSAI BAKA SENCHOU!- exclamó Nami lanzándole el cepillo del pelo que Luffy esquivó por poco y se quedó clavado en la pared. El capitán cerró la puerta corriendo pensando en evitar más objetos volantes no deseados.

La navegante se quedó mirando la puerta pensando en aquella salida que había tenido el capitán, ¿Había dejado abierta la puerta a propósito para que ella lo viera y así librarse de la deuda? No creía que al estúpido e inocente de Luffy se le hubiese ocurrido tal treta.

Se quedó un rato sentada en la cama sumida en sus pensamientos y venganzas hasta que el capitán salió de la ducha con la toalla envuelta en las caderas y el pelo mojado. Nami se quedó mirándole disfrutando de las vistas.

- ¿Piensas vestirte, baka?- preguntó la navegante con cara aburrida.

- Mmmm… creo que de momento no. Pensaba que te gustaba verme así por la cara que has puesto antes…shishishishi- dijo todo inocencia el capitán.

Nami solo se puso de pie de un salto y lo empujó a la cama. Pensó que sería un buen momento en aplicar las enseñanzas de Robin-sama.

- Oi Nami, ¿Qué haces?- preguntó extrañado Luffy.

- Vengarme…- contestó la navegante con una sonrisa malvada.

- ¡Nooo, Namiii, no me mateess!- pidió el capitán todo asustado.

La mujer ignorando al pobre chico, aprovechando que era más fuerte, le cogió las manos y las subió por encima de la cabeza del capitán y usando los poderes de él, las ató al cabecero de la cama, impidiéndole cualquier escapatoria. Luego le puso bien la toalla, no podía permitirse distracciones. Se levantó y admiró su obra: Luffy tumbado boca arriba en la cama, con las manos atadas al cabecero y la toalla cubriendo lo importante.

- Ahora empieza tu sufrimiento muajajaja…-Nami estaba metida en su papel.

- ¡Oi Nami! ¡Suéltame!- pidió Luffy con miedo.

- No, no, no. Ahora vas a ver las consecuencias de haberme tocado un pecho sin mi consentimiento.- declaró la navegante. Luffy se encogió perceptiblemente al escuchar sus palabras.

Nami se subió a la cama y se sentó a horcajadas encima de él, justo donde estaba la toalla. Ella que llevaba un vestido largo de noche rojo de palabra de honor, abierto en la zona inferior hasta casi la cadera izquierda, le permitió acomodarse perfectamente.

- Mmmm… con que tocándome un pecho para que te cobre con razón, ¿Eh? Entonces, si quieres pagarme la deuda con la misma moneda…vamos a hacerlo.- dijo Nami con una sonrisa picarona. Luffy tragó saliva audiblemente.

La navegante se inclinó poco a poco mirándole a los ojos y empezó a lamer poco a poco el pezón derecho mientras le manoseaba el pectoral izquierdo, disfrutando de la firmeza del músculo. ¡Qué bien se lo estaba pasando! Nami pudo notar que Luffy empezaba a respirar un poco más deprisa. Ella siguió lamiendo hacia abajo, hacia los abdominales, ahí paró y levantó la cabeza para observar a su capitán. Él estaba mudo, con los ojos muy abiertos de sorpresa. Nami sonriéndole, se levantó y se sentó al lado de él.

- ¿Qué te pasa Luffy? Todavía no he terminado, no te sientas aliviado, que tu sufrimiento no ha acabado.- amenazó Nami.

- Nami…- solo pudo contestar Luffy con la voz ronca.

La navegante acarició ligeramente el bulto que se notaba en la toalla, el capitán jadeó repentinamente. Nami sonrió y volvió hacerlo, esta vez tocó bien, subiendo y bajando por encima de la toalla.

- ¿Qu-qué me estás haciendo? ¡No-no toques mis kintamas!- consiguió articular Luffy entre los jadeos que emitía.

- ¿Por qué no iba a hacerlo si estás a mi merced? Esto es parte de las consecuencias…- dijo Nami sugerente. Entonces quitó la toalla de golpe y salió a la luz que Luffy no era tan asexual como siempre habían pensado, al parecer en esos momentos su mini-Luffy estaba contento.- Mmm…capitán…no eres tan niño como yo creía…- comentó la navegante.

- ¡Pues claro que soy un hombre! ¡Pero desátame! Ya he aprendido, señora.- dijo Luffy muy formal.

- No, no, esto se termina cuando yo diga muajaja.- Nami empezó a acariciar el miembro poco a poco haciendo sufrir al capitán, mirándole a la cara y regocijándose de tener el poder. Le dio más brío a sus caricias, impuso un ritmo lento, arriba y abajo, luego aumentó la velocidad. Luffy no podía hablar ya, solo emitía intensos jadeos con los ojos cerrados. La navegante cuando creyó que ya había disfrutado bastante, se detuvo, le lamió la punta y se levantó. Le tiró la toalla encima le desató los brazos y dijo:

- Creo que dejarte así va a ser suficiente venganza…-declaró Nami.

Luffy estaba muy caliente, tembloroso, confundido, puesto que él nunca había experimentado nada de ese calibre. Ciertamente se sentía un poco bastante molesto, pero no sabía si se debía a que Nami lo había atado, o a lo que le había hecho después en sus kintama. La miró con carita de pena.


- No Luffy, no voy a dejar que termines. Esto es lo que quería.- y dicho esto se miró al espejo para comprobar que iba perfecta y salió de la habitación no sin antes avisar al capitán de que se diera prisa en arreglarse. Luffy se levantó tambaleante de la cama y se fue a darse una ducha helada, a ver si ese calor sofocante que le invadía conseguía hacerlo desaparecer.

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